Desde hace unos años, venimos recibiendo en nuestros buzones de correo electrónico mensajes en los que se asegura que el 28 de agosto se producirá un fenómeno astronómico espectacular e irrepetible (al menos durante la vida de los que leen el mensaje) consistente en una aproximación del planeta Marte a la Tierra de tal calibre que durante ese día, en el cielo nocturno se podría contemplar Marte del mismo tamaño que nuestro satélite, la Luna.
Muchos de los que somos aficionados a la astronomía, además, hemos sido frecuentemente preguntados por amigos, familiares o compañeros de trabajo por el fenómeno y probablemente no hemos podido reprimir una sonrisa cuando nos han hecho la pregunta: ¿Oye, es verdad lo de la Luna el 28 de agosto? Y la respuesta, en el mejor de los casos es que… ¡no es verdad!. Y después, claro, viene el momento de las explicaciones…
Las oposiciones Marte-Tierra, que tienen una periodicidad de dos años y cincuenta días, no son siempre de la misma “calidad” porque la distancia entre los dos cuerpos celestes no es siempre la misma, debido a la excentricidad de sus órbitas. Además en 2009, el año en el que el bulo ha gozado de una mayor expansión, no sólo no habrá oposición Marte-Tierra, sino que en la próxima oposición (enero 2010) la distancia entre los planetas será mucho más grande (casi 100 millones de Km) de lo que fue en 2003.
Por otro lado, la luna, nuestro satélite, tiene un diámetro aproximado de 3500 km, mientras que Marte mide unos 6500 km de diámetro, es decir, algo menos del doble. Para que Marte se pudiera ver con el tamaño aparente de la luna, por tanto, tendría que situarse en ese momento a algo menos del doble de la distancia que nos separa de la Luna, es decir, a unos 715000 km de distancia aproximadamente. Sin embargo, como hemos dicho antes, en las circunstancias más favorables (y excepcionales) Marte está a ¡56 millones de Km!… con lo cual no es posible que dejemos de ver Marte como un punto en el cielo para verlo como otra luna.
Además, ¿no llama la atención el hecho de que la Luna sea capaz de ejercer un influjo tan poderoso sobre nuestro planeta, evidente en el fenómeno de las mareas, y que en el hipotético escenario de las “dos lunas” el influjo combinado de los dos astros no fuera a tener consecuencias (a todas luces desastrosas) sobre nuestro planeta? Desde luego, quizá la parte del mensaje en la que se refiere a que el fenómeno sería irrepetible sea la única cierta. El panorama no sería muy halagüeño, desde luego, cuando menos con los mares y océanos desbordándose.
Y por último, señalar una parte verdaderamente asombrosa del falso acontecimiento: ¡Todo ocurre de golpe! Marte, esa noche, se ve como la Luna… y en las noches anteriores no ha habido un acercammiento progresivo. Marte surgiría como de la nada, como el que enciende una bombilla en medio del desierto, en un viaje instantáneo desde allá donde se encuentre el día de antes, para desaparecer esa mismo noche hasta dentro de muchos años.
Parece mentira que se de crédito a estas “apariciones”, en un mundo el nuestro en que muchos fenómenos naturales, y especialmente los relacionados con la geología y la astronomía, se producen tan lentamente que son necesarias muchas generaciones para que los cambios puedan ser observados o directamente tengamos que recurrir a sofisticados medios de cuantificación y medida para observarlos. Probablemente, si a cualquiera de las víctimas de este bulo le dijéramos que pasado mañana iba a surgir una montaña como el Everest en medio de la Mancha, ¡se llevarían las manos a la cabeza!
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